Si me
decías Folklore, no sonreía. De la misma manera en que nunca probé el
brócoli pero igual puedo afirmar que no me gusta. Me pregunté por qué
-lo del folklore- y surgieron escenas de la infancia con sabor a tedio,
sabor a adulto. Qué importa...
Hoy domingo gris, con el youtube abierto, lo miro de reojo y le sonrío. Hoy me cae bien.
Me
conozco -algo- y sé que cuando ésto pasa, cuando empiezo a crecer -y no
hablo de tiempos cronológicos-, cuando empiezo aprender- aprender y
sentir-, en contra de mis prejuicios infantiles y mis brócolis, es signo
de algo. De alguien. Todo toma otro sabor. Talvez mañana vuelva la
indiferencia, pero mientras tanto, sonrío adolescente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario